Te has preguntado alguna vez,
- ¿Qué hago con una evaluación de riesgos ergonómicos que arroja unos altos niveles de riesgo?
- ¿Con qué criterios propongo medidas preventivas?
- ¿Cómo rediseño el o los puestos de trabajo afectados?
- O en el mejor de los casos, ¿cómo elimino los riesgos ergonómicos que se evidencian en la evaluación de riesgos?
Bajo nuestra perspectiva y experiencia, tener dudas como las anteriores no es un problema. Son las clásicas preguntas que debe hacerse quien dice ser un ergónomo, de forma similar a cómo debe ser realizar una operación para un cirujano, o hacer cálculos para un ingeniero.
El verdadero problema que tenemos los ergónomos, es que muchas veces la información que nos facilita la empresa no es la más adecuada. Nos entregan evaluaciones de riesgos mal hechas, incompletas, sin análisis organizacional, con métodos inadecuados, y un largo etcétera de carencias.
Así mismo, nos enfrentamos a problemas internos derivados de que no se destinan los recursos humanos necesarios para poder elaborar un plan de actuación, y/o diseñar las medidas preventivas necesarias.
Junto a lo anterior, dado que las problemáticas de las que hablamos suelen ser de una magnitud importante que requiere conocimientos avanzados, son muchas las ocasiones en las que quien debe solucionarlas no tiene las competencias adecuadas.